El consumo de algo, sea sustancia o actividad, como estrategia de escape o como fuente para obtener placer es, aunque suene tópico, tan antiguo como el ser humano. En algunas personas este patrón de consumo llega a invadir su vida habitual generando importantes repercusiones en su capacidad de adaptación y su entorno. Es entonces cuando comenzamos a hablar de abuso o adicción.Hay abuso y adicción de casi todo lo que de una forma u otra produce placer y constantemente van surgiendo nuevas fuentes conforme la sociedad va generando alternativas a los comportamientos placenteros de antaño.
Hace poco más de veinte años que tenemos ordenadores personales en nuestras casas y poco más de diez que empezó a generalizarse el uso del teléfono móvil y nos enteramos de que existía una red informática que podía extenderse por todo el planeta. Los videojuegos han evolucionado desde sencillos matamarcianos a complejas historias con imágenes que parecen sacadas de la vida real y la oferta televisiva es más amplia, variada y adaptada a los deseos del consumidor potencial que lo ha sido nunca. Las nuevas tecnologías se han convertido en una fuente potencial de abuso barata, accesible y sencilla de utilizar
¿Estamos ante la adicción del tercer milenio?
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